SIMPLEMENTE, MARIA
SIMPLEMENTE, MARÍA.
¿Por qué iniciar, iniciar cualquier cosa me resulta tan difícil?
Siempre he dicho que escribir no es fácil, pero créanme, es mucho más difícil cuando lo que escribes es sobre ti o sobre lo que sientes. Resulta extraño todo el tiempo que pasas pensando como iniciar, y todo se te vuelve un ritual para recrear en tu mente la escena perfecta que te reciba, que te ayude, que te desinhiba y poder hacer el movimiento acertado de: escribir la primera letra de la primera palabra de un sin número de frases abortadas por pensamientos que han sido silenciados durante décadas y que ahora por fin luchan por escapar a gritos del silencio.
Hace solo unos pocos días nació el deseo de escribir, pero no de escribir para mí como suelo hacerlo, sino de hacerlo para que otros lo lean, y eso me enfrenta al horror que siento de pensar que lo que lean no será de su agrado o peor aún, rechazado; hasta que una tarde cualquiera el título de un libro me invitó a leerlo, La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero; fue entonces cuando comprendí que se puede escribir para si mismo, que no importa lo que los demás piensen de lo que leen, ya que tuviste el valor de hablar de tus miedos, tu dolor, tus crisis existenciales por A o por B, que escribir no es más que otra forma de filosofar sobre ti misma, sobre lo que piensas de ti y del mundo, que no es más que la auténtica lucha contra todos tus demonios.
En el libro de Rosa Montero, me encontré con una frase: "Cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra", y vaya que tiene razón, yo he vivido esa situación muchas, muchísimas veces, donde algo me ha lastimado tanto que no puedo modular, es como si todas mis neuronas entraran en shock dejándome muda, con un taco en el pecho que en ocasiones no me permite ni llorar, es entonces cuando me aíslo de las personas y su ruido, donde siento que algo se me muere por dentro, y es justo ahí cuando me encuentro con otra frase en este libro: "...acarreamos a nuestros muertos subidos a nuestra espalda...", pero yo concluyo algo más: llevamos muertos a nuestra espalda que pesan más que aquellos muertos que realmente están muertos, y es que cuántas veces nos rehusamos a entender que aquello que queríamos ya no va, que las personas que amábamos se van, que el sueño construido de nuestra vida puede volverse una pesadilla, que hay dolores que nos auto infringimos por terquedad.
Recuerdo que cuando estaba pequeña sentía miedo si me dejaban la puerta abierta de la habitación, o el armario y ni hablar de los espejos (nunca me han gustado mucho los espejos, les siento miedo), pero crecí y conmigo esos mismos miedos, imaginando que en cualquier momento saldrá de la oscuridad del armario, o la profundidad de la casa, un monstruo, así que siempre cierro todo muy bien: la puerta de mi habitación y de mi baño, nunca hay un espejo en donde reflejarme, y por nada del mundo apago la luz sino estoy sobre la cama con la protección de mi cobija..., se que eso puede leerse gracioso, pues ya no soy una niña, pero siempre creí que los monstruos eran reales y escribiendo estos párrafos sobre mí y lo que pienso y lo que soy, concluyo que se crece pensando que los monstruos son aquellos que viven debajo de la cama o salen del armario cuando somos niños, pero no, no es así, los monstruos son reales y viven entre nosotros, se ven como nosotros y suelen ser adorables.
¿Alguna vez te has detenido a pensar el alcance que tiene el brillo de un niño?, ellos son mágicos, son enormes seres humanos contenidos en pequeños recipientes de cristal para ser cuidados y cultivados en su luz, quien daña a un niño arruina a un adulto; mira que siempre pensé eso, desde niña, así que cuando tuve la oportunidad de ser madre decidí volver a ser niña, para poder ver el mundo como ella lo percibía pero al mismo tiempo con el cuidado del adulto desconfiado para que nadie me le hiciera daño, de allí que la tarea se volvió divertida: aprendimos a gatear juntas, aprendimos a escapar de la cuna juntas, a darle rienda suelta a la creatividad del crayón, la tempera, el lápiz y los pasteles (tizas) sobre la pared (hago la aclaración, una sola pared) ella sola, convertir su alcoba en el mundo de la princesa que le tocara ese día, ella tenía un disfraz de princesa para cada día, y yo su espectadora..., y así crecimos las dos, la verdad: ella un poco mayor que yo, pero que se le puede hacer. Y hago remembranza obligada sobre esta parte de mi vida porque también en el libro de Rosa Montero me encontré con la siguiente cita: "El niño es el padre del hombre. Wordsword", y fue entonces cuando me devolví a mi infancia, y me dí a la tarea de recordarme y entiendo porque mi sensibilidad hasta el borde de las lágrimas con gran facilidad, fue por exceso de libros, ¿de donde obtuve la mente inquieta y analítica?, por la propensión a cometer daños por curiosa y de arreglarlos antes de ser pillada, ¿de dónde la imaginación desbordada?, de nuevo la culpa la tienen los libros y ese programa mágico, COSMOS, de Carl Sagan, y definitivamente mi tiempo entre adultos, demasiado para lo que debió ser, pero mamá no se sentía segura sino me tenía a la saya de su falta, entre café y un cigarrillo en compañía de alguna amiga o mis tías, así que se podrán imaginar los temas de conversación, cuando no estaban orquestando ir a la iglesia o hacer el Santo Rosario.
Y como una buena superviviente de una infancia poco divertida, aprendí que eres el principio y fin de todas las cosas, eres el Alfa y la Omega porque Dios habita dentro de ti, que la respuesta a tu locura solo la encuentras tú, y que eres un ser único e inigualable, aunque siempre van a existir personas mejores que tú, pero también otras que no, y que la vida es tan única como tú, así que eres tú, tu único rival, que es de mediocres responsabilizar a otros de tus errores, y que la VERDAD siempre te hará libre por difícil o penosa que sea...
En conclusión: eres el punto de partida de tu vida y también el punto final.
PIA ARIZAL
Comentarios
Publicar un comentario