TU PARTIDA
Hace poco menos de un mes ocurrió un evento en la vida de una de mis amigas más queridas, evento que me tocó profundamente, haciendo inevitable reflexionar en temas como la vida y la muerte, el dolor y el amor.
Y es que cómo no hacerlo cuando se pierde un hijo de modo inesperado. Quizás algunos dirán que perder un hijo es igual de fuerte o difícil, traumático o doloroso que perder a alguien que se ama, que la muerte es muerte, y quizás tengan razón pero desde mi pensamiento, muy personal, creo que cuando se acompaña a un ser amado en un proceso de enfermedad, que indiscutiblemente se entiende terminará en la muerte, ya se tiene una buena parte del duelo recorrido, pues tiene una aceptación casi que implícita así duela. No ocurre lo mismo cuando nos dicen que a quien amamos ya no lo veremos más porque partió en un accidente inexplicable e inesperado.
El dolor no es igual para todos, eso es una realidad, pero también es una realidad que cuando hay amor el dolor nos toca, así no seamos la persona directamente involucrada. Tal ocurre con ese amor fraterno que sentimos por los amigos, que resulta inevitable que una partecita de su pena sea también nuestra.
Si para mi bella amiga el dolor tuviera nombre se llamaría como tú.
A la memoria de un hijo profundamente AMADO...
TU PARTIDA
Llueve y siento que no es más que el cielo llorando mi dolor de ya no verte.
Hace frío y siento que no es más que el abrazo de la soledad por el vacio que me dejas.
Sopla fuerte el viento y siento tus recuerdos removiéndome el pensamiento.
Llega la niebla y me ciega la cordura que aún me queda.
Cae la noche y me refugio en su silencio, deseando volver a verte.
Miro al cielo y encuentro un destello, y sé que ese destello eres tú, mi cielo.
Pia Arizal
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