SIMPLEMENTE MARIA, CAPITULO VIII

Septiembre es un mes bien particular, ha marcado mi vida con acontecimientos algo complicados de procesar. Y es que hace justo 5 años mamá murió un 18 de septiembre, pero también se cumple la fecha de su natalicio el 5 de septiembre y como si fuera poco este septiembre reseteó mi vida en un abrir y cerrar de ojos, tan drásticamente que el 2 de septiembre pasé de vivir plácidamente en mi hogar a derrumbarse todo el 3 de septiembre, sin poder hacer nada y el 4 de septiembre reinicié mi vida de la nada.
Y es que llevo 13 días en una montaña rusa de emociones, donde he pasado del aturdimiento a la ejecución, de la serenidad a la tristeza, de la entereza a la devastación, de la risa al llanto, de la desilusión a la esperanza.
Recuerdo que mi primer pensamiento ese 3 de septiembre fue de desolación, me sentí tan pequeña e indefensa, no podía coordinar una neurona con otra y sentí miedo, me sentí atrapada y a medida que pasaron las horas mi único deseo era escapar, como si estuviera en una prisión, pero no era así, yo no estaba prisionera de nada, ni de nadie así que decidí huir, dejar todo, sin rastro de nada, solo quería desaparecer y que jamás él me volviera a encontrar. La verdad es que ya fue suficiente de tanta mentira y engaño, de tanta traición, de tanto perdonar y volver a intentar, ¡YA NO MÁS!

No logré irme muy lejos tal como quería, pero si encontré un hermoso y pequeño apartamento que me puso Dios como respuesta a mi pedido la noche de ese 3 de septiembre. Solo puedo decir que mi vida sin ÉL, sin mi DIOS, sin mi AMOR, sería aterradora, estaría completamente PERDIDA. 

Dios ha sido para mí desde que tengo uso de razón: mi guía, mi protector, mi amigo más íntimo, el Padre que no tuve, quien me ha solucionado todas mis necesidades que han ido desde la comida (es que yo no hablo francés y me encontraba en el centro de Blois y moría de hambre)  hasta el techo que hoy pedí. Él siempre me escucha, siempre me ayuda, siempre esta para mí, así yo tenga días como el de hoy donde deseaba ser "La Reina de Corazones" en el libro de Alicia en el País de las Maravillas, para poder gritar como ella: QUE LE CORTEN LA CABEZA...

Como deseo poder irme lejos, muy lejos esta vez y ser todo lo feliz que siempre he soñado.

Pia Arizal

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